Veintiún ejercicios de memoria —por momentos precisa, por otros difusa, siempre reticente al olvido— evocan una infancia alojada en Paysandú a fines de los cincuenta: la de un niño observador, dispuesto a descubrir las complejidades del mundo que lo rodea.
Entre episodios que marcaron hitos en la biografía de su ciudad, La Heroica, e historias mínimas de personajes entrañables que solo la oralidad puede proyectar, Estefanell (autor de El hombre numerado, entre otras obras) construye un universo nostálgico, un camino iniciático hacia su propio conocimiento.
«En los duros momentos que me ha tocado vivir, sobre todo cuando predominó el aislamiento forzado en tiempos de cárcel y soledad, el pasado acudía a mi memoria con una nitidez inaudita, se colaba por todos los intersticios de aquel presente agobiante, para ofrecerme la luz de los grandes patios y la autenticidad de los juegos durante una infancia privilegiada. Ahora, por supuesto, nada se le compara a aquel infierno, pero la pandemia, con sus limitaciones, reflotó, en parte, ese entrenamiento y le dio nuevos impulsos a lo que fue y ya no volverá a ser».
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