Holmes aquí brilla más que nunca con sus mordaces maldades para con Watson. Es, en realidad, su víctima predilecta (más que los delincuentes). Pero cuando, en cierta aventura, cree que su amigo el doctor está en peliaro mortal, sale a la luz todo su cariño por él. Tenemos aquí a un malvado que arruina mujeres y que, por ello, recibe un castigo peor que la muerte. También a un pobre tipo que, sin saberlo, duerme en la cama de un leproso. Comprobamos, además, que los vampiros existen aunque no reposen en sarcófagos. Este libro, por ser el último, es uno de los más ricos y chispeantes. Sherlock: vamos a extrañarte.
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