En el aire flotaba un aroma a primavera, un leve vientecillo me hacía cosquillas en el morro, el sol resplandecía, una pareja de palomas se arrullaba en el alféizar de la ventana de mi despacho y yo... ¡yo suspiraba pensando en una misteriosa roedora de la que me había enamorado sin esperanzas! Tenía que encontrar la manera de distraerme un poco...
¡Afortunadamente, mi hermana Tea me arrastró a la ciudad más alegre del mundo, Barcelona, para conocer la superratónica Fiesta de los libros y de las rosas!
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